Felicidad

Frecuento un asilo donde están internas niñas encantadoras que de alguna forma  y por diversas razones fueron abandonadas por sus padres y familiares. Todas ellas tienen alguna situación de salud, las historias son muchas, él común, niñas felices,  si muy felices.

En una ocasión asistí a visitarlas con un grupo de amigos, compartimos juegos, cantos, bailes, alimentos, entusiasmo por la visita, risas, gritos de niñas, fue una tarde intensa y cada uno de nosotros  tuvo su propia experiencia.

Ya fuera del asilo nos reunimos para reflexionar y compartir, me sorprendí  mucho que en general se pensara que ¿cómo podían ser felices si, su salud no es la mejor,  si fueron abandonadas, no están sus padres, si…? Me dio la impresión que pensaban solo si tiene lo que yo tengo pueden ser felices, ¿cómo pueden serlo si no lo tienen?

¿Qué he aprendido ahí con esas niñas, que son felices porque nadie tienen expectativas sobre ellas se les ama y se les acepta como son, no se quiere presumir con ellas, no deben cumplir mis caprichos o aquellas cosas que no hice de niña y ahora quiero ver realizada por alguien más, no se dice te presento a mi hija que hace esto o lo otro, obtuvo el primer lugar en la carrera de su escuela, sacó las mejores calificaciones de su grado, trae el mejor vestido, su cabello se le peina como tal o cual artista, en este caso, es Carolina, Tere, Juanita, Milagros, María de Jesús, María Fernanda… y solo ellas y son amadas por lo que son, no por lo que quiero que hagan, no si  cumplen mis expectativas, no si me hacen sentir orgullosa y puedo hablar de ellas ante los demás.

No puedo quitar de mi corazón la risa franca la mirada de paz aunque con trabajo pueda caminar, aunque no sepa sumar, sabe ayudar a su hermana, le da de comer en la boca, sirve el agua en el vaso para aquellas que no lo pueden hacer, está feliz aprendiendo a cantar a tocar el órgano aunque su mano necesite terapia porque fue lastimada al nacer, ella eso no lo sabe, solo sabe que es amada  y se siente feliz por tener lo que tiene y por vivir donde vive.

¡Cuánto tengo que aprender de ellas!